jueves, 22 de marzo de 2012

Cuando nada existía...

Es posible que en un tiempo, más distante que tangible, funcione todo aquello que esperé realizar cuando nada existía. Si bien, hoy sólo tengo una realidad difusa, también es cierto que deseo materializar mis ideales y construir sobre una base concreta y no únicamente utópica. La vida se basa en decisiones, en instantes, sí o no, punto. No es que deba ser blanco o negro, se trata de seguridad. Ya no busco caminos prefabricados, ni veredas inciertas con destinos sorpresivos... simplemente busco encontrarme, ahí, justo donde antes no estaba.
No es mi intención volver esto una apología sobre mis malas decisiones, todo lo contrario, es enfrentarme al espejo de mi casa día a día y recordar que aunque hay más tiempo que vida, sin vida, ya no podré hacer nada de mi tiempo.
He saltado tantas veces al vacío, sin pensar en las consecuencias, que ya no recuerdo la última vez que caminé sobre el pavimento. Flotar, suspenderme, volar... todo eso me ha enseñado el salir corriendo y lanzarme sin voltear. No me arrepiento. Alas, he conseguido alas.
No quiero dejar de soñar, más bien, como dice Benedetti; quiero que mis sueños comiencen a apoderarse de mi realidad.
No pretendo recuperar los momentos que han huído de mí porque nunca fueron míos, ni los que han llegado sin haber sido solicitados, ya que supongo eran necesarios para llegar hasta este punto y así poder escribir palabras con un sentido más literal que metafórico; todo esto para que quizá y sólo quizá algún día pueda decir que funcionó todo aquello que esperaba realizar cuando nada existía.